Por Marcela Thesz
El tai chi chuan es un arte marcial de origen chino
que utiliza la energía interna del cuerpo para el
combate. Cómo es entonces que, siendo un arte
marcial, puede relajar y sanar el cuerpo? Esta es la
segunda pregunta que surge cuando me observan y
descubren que no tengo músculos muy desarrollados
ni tampoco un gran estatura (parezco fácil de
vencer!). Es que el tai chi se practica lentamente,
buscando fluidez en los movimientos y poniendo toda
la concentración dentro del cuerpo, con el
principio de que la misma energía que movilizo para
atacar, puede servir para sanar el cuerpo.
A partir de la teoría de la Medicina Tradicional
China que habla de la energía vital del cuerpo (Qi) que
circula por los meridianos nutriendo los órganos y
equilibrando nuestras emociones, el tai chi chuan basa
sus aplicaciones marcial y terapéutica en tomar
conciencia de esta energía y movilizarla con la
propia intención de la mente. Es debido a este
concepto que los practicantes no tenemos gran
desarrollo muscular per se, ya que idea es usar la
energía, y no la fuerza, para vencer al adversario.
Para llegar a sentir la energía que circula por el
cuerpo primero es necesario sentir el cuerpo mismo,
cada parte y cada extremo del mismo. Luego nos
conectamos con la respiración, que es una herramienta
clave para aprender a movilizar la energía y
buscamos regularla y concentrarla en el abdomen (punto
energético clave en el tai chi chuan). A través de
diversos ejercicios específicos de la práctica, logramos
con el tiempo sentir la circulación energética que
se da en cada movimiento.
Aprendo cada movimiento desde sus dos facetas
(marcial y terapéutica) ya que debo conocer el inicio y
el destino de la circulación energética y su
propósito. Será de acuerdo a los intereses de cada
practicante, desarrollar alguna faceta con mayor
profundidad. Si comprendo a donde debo dirigir el
golpe, puedo concentrarme en mover la energía para
tal fin. Si soy consciente de qué debo sanar en mi
cuerpo puedo realizar un movimiento con tal
objetivo y la energía que movilizo servirá para
desbloquear los estancamientos que encuentre en el
camino.
Los bloqueos y tensiones que surgen en los canales
energéticos devienen principalmente de excesos
emocionales que causan que la energía no se mueva.
La energía debe estar siempre circulando, cuando
se estanca causa dolores, tensiones y a largo
plazo, enfermedades. A través del tai chi logramos
mantener la energía en movimiento. Los movimientos
permiten, lentamente, liberarnos de los excesos
emocionales que nos enferman y ver la vida desde
otro lugar. Para mover la energía solamente
utilizamos nuestra intención, que es la voluntad de
hacer algo para logra un fin. Nuestro fin será sanar (o
atacar en el caso marcial).
Una vez que nos hemos liberado de las emociones, de
las tensiones y los bloqueos descubrimos que
nuestro cuerpo es más liviano y que la intención de
relajarlo es más potente, ya que no encuentra
barreras. El mismo movimiento que va limpiando, va
relajando el cuerpo. Pero la relajación no es una
relajación despatarrada, no me suelto como una
bolsa de papas. (Me sucede en las clases que cuando
digo “relajamos” la gente suelta los brazos
desganados dejando ir toda la energía que se junto en cada
movimiento). La relajación es consciente y por ello
más profunda, ya que me siento conectado con cada
parte de mi cuerpo y entonces siento cada músculo
tenso y lo relajo, cada articulación tensa y la relajo,
cada pensamiento en mi mente y lo dejo pasar. Estoy
presente en mi cuerpo sintiendo mis pies en la
tierra y mi cabeza en el cielo, no dejo que mi
mente me lleve a otro lugar.
La relajación que brinda el tai chi chuan es
interna como todo el trabajo que se realiza en esta
disciplina. El proceso nos permite liberar
tensiones, sentir el cuerpo y la respiración, movilizar la energía
y sanarnos internamente. Tomamos conciencia, a
través de la misma, de nuestras propias necesidades y
del camino que debemos
recorrer para satisfacerlas.