Equilibrio externo, estabilidad interna



Por Jou Tsung Hwa


La postura corporal devela mucho sobre la actitud personal ante distintas situaciones de la vida. La
cintura quebrada, la cabeza inclinada, la columna torcida o el diafragma hundido significan mucho más
que el dolor o la contractura que luego sufrimos debido a estas malas posturas. Es en estas posturas
donde se ven reflejadas las emociones, los miedos y los pensamientos.

El equilibrio físico, uno de los aspectos en los que el tai chi chuan más hace hincapié, es en muchos casos
difícil de lograr. En la caminata lenta del tai chi y en las posturas de paso en falso o una pierna surge la
inestabilidad que normalmente se encuentra oculta en la cotidiana caminata rápida o al estar sentado en
la computadora. Esta inestabilidad física refleja en un 100% la inestabilidad emocional en la que nos
encontramos. Y ello se comprueba por el hecho de que luego de unos meses de práctica de tai chi
chuan mejora notablemente el equilibrio, pero el mismo igualmente se ve afectado en un momento
de crisis emocional, aun en practicantes con varios años de experiencia.

De todos modos, a través del trabajo consciente sobre el equilibrio físico, teniendo en cuenta los ejes
corporales, la forma de apoyar los pies y descargar el peso sobre estos y la paciencia y lentitud en el
traslado del peso de una pierna a la otra ayudarán notablemente a mantenernos centrados, a descargar
conscientemente las emociones (sin explotar) y a entender los procesos y las situaciones como tales sin
irnos a los extremos de la completa alegría o la profunda depresión.

Cuáles son las claves entonces que nos ayudan a mejorar el equilibrio físico a través de tai chi
chuan?

Para comenzar y de acuerdo a ciertos principios de la física, dos distancias deben ser consideradas para
maximizar la estabilidad de cuerpo: a) la distancia vertical entre el centro de gravedad del cuerpo
(dantien inferior) y la tierra debe ser lo más corta posible; b) la distancia horizontal entre ambos pies
debe ser lo más amplia posible.

Debemos tener en cuenta, en el tai chi chuan, trabajar siempre en base al yin y al yang. En la búsqueda del equilibrio debemos tratar de imaginar este símbolo constantemente, debajo de nuestros pies, delante de nosotros y es más, uno mismo dentro de una esfera de interacción yin-yang.

En el tai chi chuan la postura más utilizada es la del “paso del montañés” (o70-30, gong-jian-bu). Esta postura, un pie adelante, otro atrás y una apertura de ancho de hombros, es más estable para el plano delante-atrás y permite trabajar sobre una base horizontal más amplia que otras posturas
como la de “montar a caballo” (mabu). Si nos paramos sobre un símbolo yin yang, los pies encuentran su posición de equilibrio en función del mismo.

Si identificamos como el centro de gravedad de nuestro cuerpo al dantien inferior (3 dedos por debajo del ombligo y dentro del cuerpo) este punto será el centro exacto de un círculo que nos circunscribe. Este punto, a pesar de que el círculo se mueva y gire, siempre mantendrá la misma distancia respecto a la base que lo soporta.
Si este círculo es un símbolo yin-yang, debemos encontrar en él nuestra postura equilibrada: siempre la mitad del cuerpo debe ser yin, la otra mitad yang, arriba y abajo, derecha e izquierda, un pie yin, otro pie yang, una
mano sobre el yin, otra mano sobre el yang.

 


Dando un paso más aun transformamos el círculo en una esfera que nos rodea. El diámetro de una esfera es recto de manera inalterable. El diámetro de la esfera en la que estamos circunscritos es nuestra columna

vertebral. La alineación entre el punto de la coronilla (bai-hui) y el punto del perineo (hui-yin) determina la correcta postura de la espalda y la integración de nuestro cuerpo con la esfera yin-yang.



A partir de allí, cada movimiento debe considerarse dentro de esta esfera. Si nos movemos hacia delante o atrás, el diámetro de la esfera (la columna) debe permanecer recto, con la distancia constante entre el

centro de gravedad y la tierra y los pies alineados con el yin y el yang. Si el movimiento es lateral, sin traslación, los principios son los mismos y el cuerpo gira sobre su eje (como exprimir una naranja). Si la postura es en una sola pierna, el eje debe trasladarse a dicha pierna y todo el peso del cuerpo cae sobre el centro del pie.



La práctica nos lleva a la estabilidad interna



Esta consciencia de equilibrio dentro de la dualidad del yin y el yang de a poco se va internalizando, el cuerpo aprende a mantenerse en el medio, sin irse nunca al extremo yin, por ejemplo, todo el peso del cuerpo en la pierna de atrás; o irse a extremo yang, todo el peso adelante.



A medida que estos conceptos se aprenden y surgen automáticamente en nuestro cuerpo, aprendemos

también a pensar y a sentir desde nuestro eje central, tratando también de no ir a los extremos emocionales. O por lo menos incorporando la capacidad de darnos cuenta del momento en el que estamos en el extremo y saber que hay formas de volver al centro.



Es así como emocionalmente logramos el equilibrio, reconociéndolos aspectos yin y yang de cada emoción y su forma de complementarse con otras, ya que cualquier exceso será perjudicial, hasta un exceso de alegría. Un poquito de cada cosa, siempre bien parados derechitos es lo que nos permitirá caminar sin caer por el camino que sea necesario transitar.

Bibliografía:
“The Dao of Taijiquan: Way to Rejuvenation” de Jou Tsung Hwa
Tai Chi Foundation, March 2001 - ISBN 0804813574




 


 

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