La teoría de las Seis Armonías



Por Marcela Thesz


También llamada “Las tres reuniones internas y las tres reuniones externas”, la teoría de las seis
armonías explica las relaciones necesarias a nivel interno y a nivel físico para perfeccionar la práctica y desarrollar el poder marcial. Esta teoría no sólo se aplica al tai chi chuan, sino también al qi gong y a la mayoría de las artes marciales chinas. De la misma deriva un complejo estilo de kung fu llamado Liu He Chuan, estilos con armas y sistemas de qi gong.

Para destacar es que en la teoría interna sólo encontramos cuatro elementos y los paralelismos entre sí:
la mente guía la intención, la intención guía la energía, la energía guía el poder. Y se puede encontrar
también con sinónimos y otras interpretaciones porque esta parte es difusa y difícil de comprender y
aplicar.

Como dice el maestro Liu Dong en su libro “Qi Gong, la vía del sosiego”, durante cualquier ejercicio la
mente debe estar calma, para que surja la verdadera intención del movimiento, esta intención permitirá   sentir la energía y la guiará hacia el objetivo marcial (el golpe en un determinado punto del adversario) o terapéutico (nutriendo los órganos y la sangre), la conclusión de este objetivo nos da la sensación de una fuerza inagotable, el poder del golpe, el poder de la sanción.

Es difícil de llevar a cabo porque lo primero que debemos hacer el calmar la mente, luego, tener claro
nuestro objetivo y por último nunca dudar hasta llegar al fin. Es el camino del guerrero en la máxima
expresión interna que podremos lograr.

La teoría externa es más simple de comprender, pero por simple no deja de ser importante y contener
las sutilezas típicas de los artes marciales. La cadera debe estar alineada con los hombros, las rodillas
con los codos y los pies con las manos.

La primera alineación, cadera-hombros, se refiere a lo que Jou Tsung Hwa en su libro “El Tao del tai chi
chuan” explica como “considerar el tronco como un cilindro, donde la alineación cabeza-cóccix es siempre recta”, esto significa que al girar hacia los laterales, los hombros deben acompañar a la cadera siempre    para no quebrar la columna. Asimismo, es importante no partir el tronco a la altura del diafragma torsionando de mas la columna. Esto se ve claramente cuando los hombros giran más que la cadera. Si la columna se quiebra, perdemos la alineación y por ende en enraizamiento.

En segundo lugar es necesario alinear las rodillas con los codos, lo que implica que los codos apunten hacia la tierra cerrando los brazos. Con los codos abiertos la energía se disipa. También se refiere a que la energía del codo está relacionada con la energía de la rodilla y es así que si el poder del golpe no llega a la mano por una tensión en el codo, será porque la rodilla está en una mala postura y la energía de la tierra queda estancada en la misma.

Por último, las manos se alinean con los pies. Nuevamente, es más importante considerar la cuestión
energética que la meramente postural. La alineación manos-pies se refiere a que si mis pies están pegados al piso y el peso del cuerpo descansa en el punto 1 del meridiano de riñón (yongquan) entonces la energía llegará a la mano y desde la mano emitiré mi poder para dar el golpe mortal. Cuando observamos que un practicante ejecuta los golpes, o los empujes (donde es más fácil de ver) con una palanca final desde la muñeca, sabremos que el problema está en sus pies, en su conexión con la tierra.

De todos modos, si logramos las dos primeras alineaciones, casi inevitablemente, las manos quedarán
alineadas con los pies en la mayoría de los movimientos. Sin embargo, es importante comprender que la
alineación de la postura según la teoría de las armonías externas sin comprender y poner en práctica las
armonías internas, estará vacía. Calmar la mente nos permitirá sentir los pies y apoyarlos correctamente.    La intención nos permite elevar la energía desde la tierra por las piernas hasta movilizar la cintura (y el tronco). Esta energía llegará a los brazos y la máxima expresión de poder estará en las manos al asestar el golpe.

Se dice que esta teoría fue elaborada por el comandante Yue Fei, militar chino de la Dinastía Song del
Sur (960–1279 DC) a quien también se le acredita haber creado el sistema de qi gong de “Los Ocho
Brocados de Seda” y otros estilos marciales de kung fu.

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