Por Marcela Thesz
Empezamos
a practicar tai chi y no entendemos nada. Las primeras sensaciones son de
desconcierto, qué
estoy
haciendo? Los movimientos son tan distintos a lo conocido que estamos perdidos.
Pero apenas
encontramos
una estructura a la que podemos aferrarnos, volvemos en sí y solo tenemos un
objetivo:
terminar.
Hablo de
las Formas, esas secuencias de movimientos que aprendemos en clase y repetimos
infinitamente
sin aparente razón. Cuando comenzamos con los primeros pasos de una Forma, lo
que
queremos
al instante es completarla, saberla entera. No importa que sea larga o corta,
sino completa.
Nuestras
mentes occidentales no comprenden que lo que menos importa es saber toda la
Forma. En la
cultura
de la velocidad, donde todo debe ser rápido (desde la comida hasta los
compromisos) por qué
entonces
tenemos que esperar un año para aprender lo que queremos hoy. Si Google me da
resultados en
0.15
segundos (el tiempo promedio en el que se resuelve una búsqueda) el tai chi
debería dármelos casi
igual de
rápido.
Dejar una
Forma por la mitad, sin terminar de aprenderla, nos da una sensación de
abandono. “Las
Formas se
aprenden completas”, una extraña auto-imposición que no figura en ningún libro
de tai chi
chuan.
Y vamos
por más, terminar una Forma implica automáticamente comenzar a aprender otra.
Dentro del
tai chi
chuan hay por lo menos cinco estilos (yang, chen, sun, dos estilos wu y otros),
dentro de cada
estilo
hay varias ramas y probablemente por cada rama haya varias Formas. La Wikipedia
cuenta un total
de 59
Formas de manos y 10 con armas.
Debemos aprenderlas
todas?
No.
Debemos comprender que la Forma no es el objetivo sino la manera en la que
practicamos tai
chi. Las
Formas se crearon para que los guerreros recuerden los movimientos y sus
aplicaciones. Cada
escuela
creó su Forma de acuerdo a los propios principios de enseñanza. Las Formas se
fueron
modificando
con el tiempo, se perdieron y rescataron luego de Revolución Cultural en China.
Hoy en día
practicamos
versiones modernas de las Formas, aún en el caso de las llamadas
“tradicionales”, todas
están
teñidas de modernidad.
Lo
importante es que el tai chi chuan se aprende a través de tomar consciencia y
se practica a través
de la
repetición. A medida que vamos adentrándonos en la práctica, nuestro cuerpo se
va despertando y
tomamos
consciencia de las distintas partes del mismo y de las tensiones acumuladas.
Cuando ya
conocemos
algunos movimientos y estos están internalizados (lo que significa que no
tenemos que
pensarlos
mucho para ejecutarlos) empieza la verdadera práctica del tai chi chuan.
Cuando el
movimiento es consciente, unificado, interno, es cuando la energía circula y
con su poder
desbloquea
y sana.
Esto se
logra con un movimiento o con 200, no importa la cantidad de movimientos que
sepamos
mientras
que ejecutemos cada uno de ellos de manera consciente y unificada. A través de
la repetición
del mismo
movimiento que ya conocemos y ejecutamos desde adentro es como la energía se va
potenciando,
la respiración se va armonizando y la mente se va calmando.
Practicar
una Forma corta o larga, completa o por la mitad no tiene importancia mientras
la repetición
de la
misma no sea mecánica, sino que nos vaya llevando a un estado relajado pero
atento. Un vez que
nuestra
memoria mental y corporal nos permite practicar sin pensar en el movimiento
siguiente,
debemos
concentrarnos en cada movimiento en particular en el momento justo en que lo
estamos
ejecutando.
Eso nos permitirá ser conscientes, la consciencia en el movimiento nos da la
lentitud, ir
lento nos
permite fluir desde adentro sin apurarnos por lo que sigue, fluir nos permite
armonizarnos
internamente
y con el exterior.
Si esto
sólo se logra a partir de tomar consciencia, ¿para qué necesitamos un larga
lista de Formas en
nuestro
currículum? Cuanto más sepamos y más deseemos abarcar menos podremos tomar
consciencia. Si
apenas
termino una Forma, aprendo otra, éstas nunca servirán como elemento para
profundizar en
nosotros
mismos. Pero esta obsesión es muy nuestra, y también implica el miedo a ver lo
que hay dentro
de cada
uno.
Saber
muchas Formas puede representar un largo camino realizado en el tai chi chuan y
un arduo
trabajo.
Pero saber muchas Formas puede llegar a ser también el camino fácil: una tras
otra sin
realmente
nunca profundizar con ninguna.
Saber una
sola Forma se puede ver como poca experiencia, pero practicar una sola Forma
durante toda
una vida
implica perfeccionarla, sentirla, internalizarla hasta lo más profundo de
nuestro ser y partir de
ahí
conocernos, sanarnos y vivir de otra manera. Saber conformarse con una sola
Forma es tomar el
camino
difícil, pero definitivamente el de mejores resultados.
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