Por Marcela Thesz
Cuando
salgo a caminar una tarde de otoño, cuando la brisa sopla suave y ya no hace
tanto calor, me
encuentro
con la fluidez. Esa sensación que surge al caminar suavemente, al sentir el
aire en la piel, sin
que nada
me moleste. Por supuesto cuando no hay preocupaciones y nada molesta, fluir es
fácil. Difícil
es en
este momento fluir con los vientos de noviembre y 35 grados de calor. Allí se
encuentra mi desafío.
Llegar a
fin de mes sin plata y fluir. Caminar contra el viento y fluir. No enojarse y
fluir. Cómo logramos
eso?
Comprender
la fluidez como algo sin principio y sin final no es tarea fácil. Fluir implica
nunca cortar, nunca frenar y también no obstaculizar para que no se frene lo
que debe fluir. En la vida, una situación desencadena la siguiente y continua
sin pedir permiso a nadie. Somos nosotros los que ponemos trabas y nos
resistimos a avanzar.
En el tai
chi chuan, cuando practicamos la Forma, debemos fluir. El primer movimiento
desencadena el
segundo y
así sucesivamente. Nunca paramos. Debemos considerar que la Forma es, en sí, un
sólo
movimiento
que comienza con la postura de inicio y termina con la postura de cierre. Desde
el wu chi al
inicio
hasta el wu chi al final todo es movimiento. Y para esto es necesario
interpretar en lo más profundo de uno mismo al símbolo del yin y el yang.
El yin y
el yang representan la continua e interminable mutación de todas las cosas.
Esta mutación es
naturalmente
fluida ya que el yin lentamente va alcanzando su máxima energía y cuando lo
logra simplemente (y sin quejarse) se convierte en yang. Yang lentamente avanza
y llega a su máxima energía
para
convertirse en ying. Esto es constante, sin interrupciones y sin principio y
sin final. Esto es fluir.
Comenzando
con una visión macro, la quietud, el wu chi, es yin y el movimiento, el tai
chi, es yang.
Desde la
postura de inicio, la Forma debe surgir y luego no parar, hasta la postura
final en la que el cuerpo se aquieta. Si en el transcurso de la ejecución de la
Forma existen cortes, lo que implica que el cuerpo, aun por un milisegundo, no
esté en movimiento, se rompe la fluidez, rompiendo el ciclo natural del yin y
el yang.
A mayor
detalle, entre una postura y otra también hay un ciclo yin –yang y lograr
comprender esto, en
cualquier
Forma que practiquemos, nos ayudará a encontrar mayor fluidez. En general, en
las Formas se
intercalan
los movimientos con intención de defensa (ying) con los movimientos con
intención de ataque (yang). Es decir, voy a defenderme al inicio para dar lugar
a un posible ataque. Voy a tomar la esfera girando la cintura para esquivar un
golpe y luego voy a “cepillar la rodilla” para contraatacar al corazón. Si
logramos visualizar esta constante mutación que la Forma nos deja translucir
será mucho más fácil la ejecución de la misma y la fluidez del tai chi.
Desde una
visión acotada a cada movimiento veremos que siempre las piernas están en
constante
mutación
(paso lleno ataco, paso vacío defiendo) y los brazos también encuentran su
postura a través del yin y el yang al estar una palma hacia arriba y otra hacia
abajo. También al estar tomando la esfera, la mano de abajo subirá para
defender y la mano de arriba bajará para atacar. Siempre trabajamos sobre los
opuestos.
Comprender
la fluidez del tai chi chuan a través del símbolo del yin y el yang es aceptar
la naturaleza de las cosas. Cuando un movimiento de ataque llega su máxima
expansión (esto es golpear sin desenraizarme) automáticamente comienza a
contraerse para llegar a la postura de defensa. Si yo intento atacar más allá
de mi raíz (desarmando mi postura y alineación) simplemente el atacante encontrará
la posibilidad de vencerme. Asimismo cuando me defiendo, si mi peso corporal
queda hacia atrás, también desalineado, de un simple empujón pierdo el combate.
Si no acepto mi máximo yang, pierdo, si no acepto mi máximo ying, también
pierdo. Sólo gano cuando fluyo: llego al máximo y me convierto, muto.
El tai
chi chuan es siempre yin y yang a distintos niveles, desde la postura de los
pies a la Forma completa, siempre estoy en continua mutación. En los ejercicios
de qi gong el principio es el mismo. Un ejercicio fluye tras otro sin
desarmarme cual bolsa de papas entre uno y otro. Acumular la energía es importante
y si la fluidez se rompe, la energía se desparrama y debo comenzar nuevamente.
En las posturas estáticas la fluidez está en la completa quietud, va por
dentro. La postura estática tiene como finalidad permitir que la energía
encuentre su camino sin que yo me entrometa, por ende si me muevo, me rasco la
oreja o giro la muñeca, rompo la fluidez y mi energía se estanca.
Llevemos
esto a la vida cotidiana y como decía al inicio, es fácil fluir cuando todo
está divino. El desafío
es fluir
en la adversidad. No es que “todo tiempo futuro será mejor”? Este dicho común
simplemente
significa
que cuando la nefasta situación por la que estamos pasando llegue a su máximo,
mutará y
surgirán
los buenos momentos. El viento siempre para y el calor siempre afloja. No
quejarse y sobre todo aceptar nos permitirá pasar el mal momento sin sufrirlo
tanto. Que la ansiedad no nos rompa la fluidez, caminemos con calma que
adelante está la quietud.
Y esto
también debemos recordarlo cuando sentimos que todo funciona correctamente y
fluimos con
facilidad,
para que cuando la buena situación llegue a su máximo no nos sorprenda la
mutación hacia la
adversidad.
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